viernes, 28 de junio de 2013

Inferno - 3



3

Me pase un par de días mirando por la ventana como andaba el ambiente en la urbanización, quitando a los veinte zombis que podía ver imagine que debería haber unos veinte más en los portales. Finalmente me decidí a bajar y hacer limpieza, la puerta podía seguir rota, pero por dentro no debería haber más de cinco.
Nada más salir afuera pude ver claramente a seis  en los portales, desenvainando la Katana empezó la limpieza, los seis zombis cayeron rápido, después empecé a cazarlos uno a uno hasta que algo me llamo mucho la atención. Los zombis estaban yendo en dirección contraria a mí, y de pronto entendí porque, un grito de auxilio venia de allí, avance dando katanazos por la nuca y conseguí llegar bastante lejos, pero finalmente terminaron rodeándome, dos golpes y los dos que se me abalanzaban cayeron al suelo, subí por el pequeño muro y salte la valla colándome en el patio de uno de los bajos, mate al vecino o lo que quedaba arrastrándose de él y volví a subirme a la valla por el lado derecho, vi a tres zombis a punto de lanzarse sobre alguien en el suelo, lamentándolo en el alma saque la pistola, no quería usarla porque solo tenía siete balas, pero no había otra opción, tres disparos a cuatro metros y tres zombis menos, hice una señal y corrió a saltar la valla, abrí la puerta a la casa justo cuando una parte de la valla cayo, entramos dentro y cerramos, salimos por la puerta principal y nos metimos en el ascensor para ir al garaje. No me había fijado hasta entonces, pero era una chica de unos 17 años más o menos.
-          Gracias.
-          ¿Por?
-          Por salvarme la vida ¿Quién eres?
-          Eso mismo podría decirte yo ¿Cómo te llamas?
-          Rebeca ¿Y tú? ¿Vives aquí?
-          Soy Dante y si, vivo aquí.
-          ¿Dónde? Porque yo llevo aquí toda la vida y nunca te he visto.
-          El primero B del número cinco.
-          ¿Dónde vivía Gonzalo?
-          Exacto, soy su compañero de piso.
-          ¿Y qué tal esta?
-          No lo sé, le mordieron y se fue de casa el primer día, no le vuelto a ver ni he sabido nada de el desde entonces.
-          Vaya, lo siento.

La puerta del ascensor se abrió y no dejo ver a ningún zombi, no se oía ni olía nada raro así que avanzamos. Abrimos la puerta al garaje y al igual que la otra vez no se oía nada raro, llegando a mi puerta volví a verlos, la familia estaba allí de pie, al acercarnos se dieron la vuelta y comenzaron a acercarse.
-          ¿Mama? ¿Papa?
-          ¿Qué?
-          Son mis padres.
-          Lo parecen pero ya no lo son, vete atrás.

Katana en mano los remate a los tres, entramos por la puerta, subimos al ascensor y entramos en casa, Rebeca no dijo nada en todo el camino, ni cuando entro, solo se sentó en el sofá y se quedó mirando por la ventana, después empezó a llorar, decidí que sería mejor no contarle quien tenía la culpa de lo que paso allí abajo.

Ya por la noche me acerque a ella.
-          ¿Qué tal estas?
-          Bien.
-          Siento mucho lo que paso allí abajo, pero esos ya no eran tus padres.
-          Lo sé, hace unas semanas se fueron diciendo que iban a llevar a mi hermana a que la ayudaran, y ahí estaban, abajo con ella, todos iguales… me da miedo terminar así.
-          Tranquila, no te pasara nada, aquí estas a salvo.

Me abrazo y volvió a llorar encima de mí, la prepare algo de cenar y estuvimos hablando toda la noche, me estaba empezando a gustar, hacía mucho tiempo que no tenía compañía, solo conversaciones por foros y eso te termina volviendo loco, puede que fuera por eso o porque también era bastante guapa, pero me sentía feliz por tener a alguien al lado, no tenía muy buena cara pero como para no tenerla después de lo de hoy. Se quedó dormida en el sofá y la lleve a la habitación de Gonzalo, así por lo menos alguien usaría esa cama, después de eso afile la Katana y me fui a dormir.

Me despertó el dolor en el pecho, ya no tenía el moratón pero la cicatriz seguía estando aunque ninguna de las otras heridas que me había hecho después había dejado marca, debería ser como un recuerdo, el momento en el que perdí algo de humanidad.
Fui a la cocina y empecé a preparar el desayuno, mire el reloj y ya eran las doce, fui a despertar a Rebeca y creo que puedo decir con seguridad que ha sido lo que más me ha jodido en la vida. Me acerque despacio a ella, se había quedado como la deje yo, levante la persiana y la acaricie el pelo, lo siguiente fue un mordisco en la mano y casi perder un pedazo de carne, se dio la vuelta y tenía esos ojos blanquecinos de los zombis, se dejó caer sobre mi e intento clavarme los dientes en el cuello, la empuje para atrás con todas mis fuerzas y se abrió la cabeza con el radiador. Allí estaba ella, inmóvil en el suelo, y allí estaba yo, presionando en la herida para que se curara rápido, me acerque a ella y tras levantarla la camisa vi lo que estaba buscando, la debían de haber mordido antes de que llegara yo, y en ningún momento se me ocurrió preguntar por lo obvio, ella estaba infectada y ahora yo también, al principio estaba bien, pero a mitad del día empecé a marearme y a tener mala cara, finalmente por la noche me desplome en el pasillo y perdí el conocimiento… y esa fue la segunda vez que morí.

Pero bueno, como dice el refrán, “Lo que no te mata, te hace más fuerte”. Abrí los ojos y allí estaba todavía, me dolía la nariz y había sangre seca, debería habérmela roto al caer, había sobrevivido a un hachazo y había vencido a la enfermedad, una inmensa alegría recorrió mi cuerpo.
-          Que pasa chaval ¿Ya has dormido lo suficiente?
Me di la vuelta y vi a un hombre, me levante rápido y le hice un placaje, una vez en el suelo le vi bien la cara ¡Era yo!
-          Esto no puede ser real.
-          Y claro que no lo es imbécil.
-          Pero entonces ¿Qué coño…?
-          No creerías que ibas a sobrevivir a una enfermedad letal sin efectos secundarios ¿No?

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