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Me sentía de puta madre, la sensación era
indescriptiblemente placentera, tanto que cuando volví en mi no me di cuenta de
que tenia a un zombi mordiéndome el brazo, le aparte y le estampe la cabeza
contra la barandilla, haciendo que toda su frente estallara pringándolo todo de
sangre coagulada y trocitos de cerebro.
Mire al cabrón de Aitor por ultima vez, me había
pasado mordiéndole, tenia la columna rota y la cabeza casi le colgaba de un
hilo, le pegue una patada para terminar de arrancarla y vi como salía volando
mas de veinte metros hasta estamparse contra la pared. Mire los cuerpos y
recogí mis cosas, tuve suerte y todo seguía en su sitio, recogí lo mas útil que
tenían y tras agenciarme varios cargadores llenos salí del centro comercial
aplastando los cráneos de todos los zombis que se cruzaban por mi camino.
-
Que ¿Pasándotelo bien?
-
Como nunca amigo.
-
¿No has pensado que antes te has parecido bastante al grandote del
hacha? Que digo, por supuesto que lo has pensado, si no, no te lo estaría
repitiendo.
-
Por que no te vas un poco a la
mierda, no me cortes el rollo, me siento de puta madre, mejor que nunca, déjame
disfrutarlo mientras me dure al menos.
-
Vale, como quieras tipo duro, lo único que deberías volver a mirarte
en un espejo, no recuerdo que tus ojos fueran de ese color.
-
¿Qué coño?
Antes de salir entre en los baños y tras cargarme a
otro zombi arrancándole se propio brazo y machacándole la cabeza con el, me
mire en el espejo.
Tenia la cara completamente cubierta de sangre,
sesos y pedazos de carne, pero lo llamativo fueron, como ya había dicho, mis
ojos. Los ojos que antes eran marrones ahora eran de un color rojizo, me habían
reventado varios capilares pero aun con todo podía verse como el iris había
cambiado de color, era algo bello e inquietante, personalmente me encantaba el
cambio, pero por otro lado me acojonaba bastante ¿Qué coño esta pasando con mi
cuerpo?
Aprovechando que todavía tenía el subidon, decidí,
como cuando uno esta borracho, hacer algo arriesgado y estúpido, ver la
situación de la zona centro.
Cuanto mas me acercaba al centro, mas y mas zombis
había. En algunos sitios habían formado barricadas pero fueron inútiles ya que
estaban destrozadas y había sangre por todas partes, varios bloques de
viviendas tenían las puertas taponadas y muchos más directamente no tenían ni
puerta, solo un amasijo de hierros y cristales rotos, sangre y algún que otro
resto humano (lo que viene siendo un montón de huesos y ropa rota).
Entre golpes y sigilo, conseguí llegar al
ayuntamiento, era casi de noche, así que decidí buscar una forma de entrar y ya
haría noche dentro. Había una puta convención ahí fuera, al acercarme lo
suficiente pude ver el por que, todos los zombis se apiñaban en las puertas del
edificio del mercado, así que deduje que ahí dentro debería de haber
supervivientes, sintiéndolo por ellos seguí mi camino hasta la puerta del
ayuntamiento, cada vez mas zombis se fijaban en mi, así que tuve que moverme
rápido hasta la puerta solo para descubrir que estaba atrancada por el otro
lado. Habían encadenado la puerta por dentro y además había una barricada al
otro lado, note como algo me agarraba por detrás y al darme la vuelta vi a un
zombi apunto de morderme, así que con la mano del guante de carnicero le metí
el puño en la boca y de un tirón le arranque la mandíbula, se desangraba sobre
mi y el olor me ponía enfermo, entre arcadas vi como cuatro mas se habían dado
cuenta de mi presencia, así que tire al mutilado al suelo y le pise la cabeza,
corrí calle arriba y entonces vi mi salvación, el bar de la esquina tenia las
mesas apiladas, con lo que lo único que tenia que hacer era acercarlas un poco
al balcón.
Corrí y moví la torre de mesas lo justo para llegar
de un salto, pero no podía subir con tanto zombi cerca. Baje por la calle hasta
la acera y comencé a saltar sobre un coche hasta hacerle saltar la alarma, me
escabullí intentando que no me vieran y di la vuelta al edificio. Una vez de
nuevo en la torre de mesas subí con pocos problemas y pude ver como la idea del
coche había sido medianamente buena, aunque estaba atrayendo a más zombis de
los que había antes, de un salto me colé en el balcón y de una patada entraba
en el edificio.
El edificio estaba completamente destrozado, había
sangre, puertas rotas y marcas de golpes por la pared, encontré un par de
muertos, pero esos no se movían, estaban colocados en filas y envueltos en
tela, la mayoría en cortinas y un par en banderas, aquí había alguien, o al
menos parecía que lo había habido. Registrando el ayuntamiento se podían ver
signos claros de que aquí había alguien, botellas vacías, latas de comida,
colchones improvisados… lo normal en un campamento, siguiendo los restos llegue
al despacho del alcalde, al abrirlo me lleve una grata sorpresa, estaba allí
dentro, algo podrido y con un agujero en la cabeza, fue un pequeño golpe de
suerte para el currante ver a un cabrón corrupto como el así, me acerqué y
encontré un revolver en su mano, todavía tenia un par de balas, así que me lo
lleve, mirando el cuerpo pude ver la razón de pegarse un tiro, tenia la mano
vendada, con lo que seguramente le habrían mordido. Mientras registraba como
podía el despacho, me fije en que la pantalla del ordenador estaba parpadeando,
moví el ratón y la pantalla se iluminó, dejando ver un documento Word.
Si alguien esta leyendo esto, quiere decir que la
ayuda que nos prometieron ya ha llegado, o en el peor de los casos, eres otro
superviviente buscando refugio, si ese es el caso, siento decirle que ha venido
al lugar erróneo.
El grupo que aquí estaba se traslado al edificio de
la biblioteca buscando reunirse con otro grupo, mientras nos preparábamos para
irnos hubo un ataque y entraron varias de esas cosas por las ventanas traseras,
sacrifique a mi ayudante para poder escapar, pero aun si me mordieron, sabiendo
cual es mi sino, he decidido quedarme aquí, no me convertiré en una de esas
cosas, no como mi familia.
Si por algún casual quieres intentar conseguir
ayuda, en mi cartera esta la tarjeta de la Oficina de Defensa, puedes intentar
ponerte en contacto con ellos, la ultima vez que hable con ellos me dijeron que
no pondrían en peligro un equipo para sacar a un par de civiles, pero que si
fuésemos la mayoría de supervivientes de la ciudad podrían mandarnos un tren.
Las opciones son pocas, pero cualquier cosa es mejor
que quedarse esperando a morir, te deseo suerte, seas quien seas, porque hagas
lo que hagas la vas a necesitar.
Al final el viaje al centro no fue tan en vano como me estaba
temiendo, hice noche y por la mañana me dispuse a salir. Al asomarme al balcón,
vi una cantidad muy superior a la que había ayer, el ruido del coche fue una
idea malísima a fin de cuentas, pero me había dado otra, una idea que desde
luego era buena para mi, pero nefasta para los del mercado, sintiéndolo por
ellos, subí hasta el reloj del ayuntamiento y volví a conectar la campana, la
deje encendida para que sonara todos los días al dar la hora, desde allí arriba
podía ver toda la calle y decidí salir por el tejado. Tanto tiempo sin
mantenimiento había dejado el tejado completamente asqueroso, tejas congeladas
y sueltas abundaban por toda la zona, pisar en falso podría resultar caerse y
pegarme una ostia de diez metros de altura para ser después brutalmente
devorado, estoy seguro de que no me mataría por ello, pero mejor no correr
riesgos. Una vez en la parte posterior solo tuve que saltar a una farola y
deslizarme hasta abajo, desde allí me dirigí de nuevo a casa.
El camino fue medianamente tranquilo, hasta que sonó la campana, en
una ciudad tan en calma, el ruido se oía a varias manzanas, mientras volvía
pude ver como varios grupos de zombis se dirigían al ayuntamiento, la idea
pareció funcionar perfectamente, con lo que las zonas apartadas ahora serian un
poco mas seguras. Una vez en casa, me deje caer en el sofá.
-
Que ¿Te lo has pasado bien?
-
No jodas, creía que me había
librado de ti, estabas bastante callado.
-
Si bueno, el que fueras por ahí mordiendo gente y reventando cabezas a
puñetazos me relaja bastante la verdad.
-
Mira tu que bien, ya se que
tengo que hacer si me molestas demasiado.
-
Bien, bien, y ahora bromas a parte ¿Has pensado que coño vamos ha
hacer para salir de aquí?
-
Pues lo dicho, buscar
supervivientes, hacer una comunidad mas o menos grande, llamar a los de Madrid
y que manden un tren para pirarnos.
-
Muy bien si, pero ¿Qué coño haremos allí? ¿No has pensado que te harán
si descubren lo que puedes hacer? Por no decir lo de tu nuevo gustillo por la
sangre humana.
-
Cualquier cosa es mejor que
estar aquí muerto de asco, aburrimiento, hambre y hablando solo.
-
Tú sabrás, pero hagas lo que hagas, primero vas a necesitar más gente,
ya conoces la localización de dos grupos, mira cuantos son y con suerte podrás
irte esta semana.
Mi subconsciente es bastante convincente, así que decidí ir por la
mañana a ver a alguno de los grupos, los ojos rojos ya volvían a ser los de
siempre, parece ser que es algo temporal, viene bien saberlo para un futuro.
Cargue las armas y por si acaso me puse otra ropa y deje el arco y la espada,
lo que menos falta me hacia era que alguno pudiera reconocerme.
Con un jersey, una cazadora vaquera y una ristra de cuchillos, Salí de
casa camino al polideportivo. No había mucha actividad por la calle y la poca
que había no representaba ningún problema que no pudiera solucionarse con
treinta centímetros de acero, al acercarme a la puerta principal pude ver unos
cuantos coches taponándola y varios zombis intentando entrar. Sin que se dieran
cuenta les rodee e intenté encontrar otra entrada algo mas segura, hubo suerte
y vi una especie de rampa improvisada hecha con un coche reventado y un
contenedor, así que subí y me colé dentro, no parecía haber gran cosa, fuera,
la piscina seguía vacía pero con un par de muertos dentro, la cristalera del
bar completamente reventada y dentro todo tirado y completamente saqueado, me
preguntaba por donde iban a meter las provisiones los que me cargue cuando me
dieron un golpe en la pierna dejándome de rodillas, me agarraron del pelo y
note como me acercaban algo puntiagudo a la nuca.
-
Habla o muere.
-
Espera, espera, no soy uno de
ellos.
Me soltó cuando me dí la vuelta había tres personas: un chico de no
más de trece años, una chica de unos dieciséis, y quien mas me llamo la
atención, un chica pelirroja de unos veinticuatro años, con una varilla de
hierro manchada de sangre seca, mediría uno sesenta tenia unos ojos verdes
enormes y una mirada capaz de derretirte el corazón y arrancarte la cabeza,
aunque lo que mas llamaba la atención eran las marcas de su cara, tenia varios
moratones y un pómulo roto que viendo como sangraba no habría sido hace mas de
una hora.
-
¿Quién eres y que haces aquí?
-
Soy Dante y he venido buscando supervivientes,
unos tíos del centro comercial me dijeron que aquí había gente.
-
¿Qué? ¿Los has visto?
-
Si, estaban agonizando, algo los
había dado una paliza brutal, solo quedaba uno, me dijo que se llamaba Aitor.
-
¿Cuándo fue eso?
-
Ayer ¿Por?
-
¿Y has tardado todo un día en
venir?
-
No se tu, pero yo no me fío de
gente que acabo de conocer, en mi casa tengo todo lo que cogieron, si queréis
os lo traigo aquí, además tengo información que podría interesaros.
-
¿Cómo que?
-
Una forma segura de salir de
aquí y llegar a Madrid.
-
Ven con nosotros.
Los seguí hasta dentro del edificio tranquilamente, intentaba planear
una forma de quitármelos a todos de en medio si la situación lo requería, pero
aquella pelirroja… no podía pensar en nada mas que en ella y como se movía,
cuando quise darme cuenta estaba dentro había otras quince personas mas, la
mayoría apuntándome. Un hombre de unos treinta se me acerco de entre toda la
multitud, saco una pistola y me apuntó.
-
Tira los cuchillos ¿Quién eres?
-
Joder, otra vez, soy Dante, he
venido buscando supervivientes, tengo las provisiones del grupo que fue al centro y se como salir de aquí de forma
segura.
-
Vale, sígueme.
Tire todas mis armas y le seguí hasta el ultimo piso, aquel tío haba
convertido el cuarto del conserje en una habitación, entramos el, la pelirroja,
dos mas y yo, una vez dentro me esposaron a una mesa y todos se fueron, pero
antes de que salieran todos, el tío agarro a la pelirroja y la dio un beso
delante de mí, la dijo algo al oído y la chica se fue, después de eso y una vez
solos me metió una ostia.
-
¿Que haces mirando a mi novia
cabrón? No me fío de ti, así que dime por que no debería matarse ahora mismo.
-
Por que antes de que hicieras nada te arrancaría la garganta de un
mordisco capullo.
-
Por que tengo conocimientos
médicos, tengo las provisiones de vuestros amigos, y sobre todo porque se como
salir de este puto infierno.
Se acercó a mí y me quitó las esposas, me miro a los ojos y nada mas
levantarme me estampo contra la pared.
-
Puede que todo lo que dices sea
verdad, pero aquí mando yo, si quieres quedarte aquí deberás hacer todo lo que
yo te diga y sobre todo dejar de mirar a mi novia ¿Te ha quedado claro pedazo
de mierda?
-
Clarísimo
-
Voy a bañarme en tu sangre igual que con tu amigo en cuanto tenga la
primera ocasión.
-
Bien, ya es de noche, mañana
iremos a por nuestras provisiones a tu casa y veremos como puedes ayudar al
grupo, sin armas de fuego, solo con cuchillos, no se como has sido capaz de
aguantar todo este tiempo.
-
Pronto lo descubrirás capullo.
-
He tenido suerte.
-
Si claro.
Abrió la puerta y me presento al resto, después me dio el botiquín y
me dijo que curara a su novia, mientras la desinfectaba la herida y le daba los
puntos estuvimos hablando.
-
Así que tú eres su novia.
-
Si ¿A caso te importa?
-
No para nada, pero deberías
cuidarte más, que uno de esos zombis te haga una herida es suficiente para
matarte, has tenido suerte.
-
Y bueno…. No han sido los
zombis.
-
Vaya, entonces como…. ¿Te lo ha
hecho el?
-
No te importa, termina rápido.
Según termine de coserla se fue, ese cabrón se aprovechaba de todo el
mundo en su grupo, y en ese momento no se si fue cosa mía o si mi subconsciente
tomo el mano, o si ambos estuvimos de acuerdo en la idea mas noble y vanidosa
que había tenido, si físicamente era superior a los humanos ¿Eso me convertía en un dios? Y de ser
así ¿Un dios no tiene derecho a eliminar
a cualquier mortal? Ese cabrón se había aprovechado de mucha gente y la
había herido, era mi oportunidad, no, mi deber el de acabar con aquel cabrón,
aunque hacerlo sin que los demás se diesen cuenta iba a ser difícil.